Nahle, ¿de qué se ríe?
- EDGAR HERNÁNDEZ
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@LíneaCaliente
Edgar Hernández*
Hay quienes, como Nahle, ríen. Hay otros, sin embargo, que maldicen y los más, como Morales Lechuga, que lloran.
Para quien se ha dedicado a la transa, al saqueo de la república, el hacer todo por la vía de la trampa para embolsarse dinero que no es suyo es fácil, muy fácil, reírse, mandar todo al carajo y encima burlarse.
Nahle, ¿de qué se ríe?
"Mis paisanos lloran de coraje, lloramos todos ante desastre”, expresa acongojado el pozarricense Ignacio Morales Lechuga.
Le indigna -como a todos los veracruzanos- la expresión de la gobernadora Nahle de que fue un "ligero desbordamiento" lo que ocurrió con el Río Cazones en Poza Rica, cuando el cuerpo de agua ya había elevado unos ocho metros del cauce original.
Y eso no es más que "un desprecio", sostiene.
Nahle, ¿de qué se ríe?
Esa soberbia con la que se conduce. Ese mohín. Ese don de mando a sus serviles aterrados ante sus gritos y desplantes. Su falsa autoridad ante sus subalternos para justificar que le fue retirado todo mando ante el problemón en que metió a la república y, por supuesto, a millares de veracruzanos damnificados o muertos por la ausencia de medidas de prevención.
Nahle, ¿de qué se ríe?
Es acaso esa risa burlona que refleja la falta de compasión ante la desgracia ajena. ¿Es expresión natural de superioridad y desdén o es lo que se llama auto-duda o conflicto interno?
Vaya usted a saber.Lo que es indudable es la impunidad con que se conduce. Es la eterna duda pública con la que ha transitado por el servicio público, son las evidencias de saqueo a las arcas públicas, ese preferenciar a su familia, compadres y amigos aliados en la contratación de millonarias obras como Dos Bocas.
En alguna ocasión el presidente López Portillo alertó que México no podía correr el riesgo de convertirse en un país de cínicos, nadie le hizo caso.
Hoy Veracruz es la muestra de lo que nunca debió permitirse.
Darle paso a una zacatecana arrogante que mira a los veracruzanos por encima del hombro, que se burla de su desgracia, que la minimiza no es más que el resultado de la dejadez propia de la ciudadanía, del ahí se va, del ya nos jodieron y seguro nos van a volver a chingar.
Nahle, ¿de qué se ríe?
Empieza a bajar el nivel de las aguas, también la tensión y aun cuando sigue en la inopia un número no determinado de poblados aislados y carentes de toda ayuda, se percibe el auxilio federal presente, la ayuda fluye de la mano de la colaboración y solidaridad de la ciudadanía ante la desgracia del hermano caído a pesar de los retenes y la presión de los morenos de ser ellos los únicos que entreguen y condicionen el apoyo.
Veracruz regresará la normalidad, pero las cicatrices ahí quedarán para siempre indelebles.
Lo peor, sin embargo, está por venir, faltan cinco años 45 días para que Nahle se vaya, para que concluya su cuestionado mandato.
¿De eso se ríe?
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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