Territorios que hablan: la memoria en Historias del "Buen Valle" de José Luis Guerín
- FERNANDA TRINIDAD
- 26 sept
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María Fernanda Trinidad Hernández
San Sebastián, España. 26 de septiembre de 2025.- Historias del Buen Valle, es un documental que nos lleva de una forma tan natural por la vida cotidiana de Vallbona, una comunidad a las afueras de Barcelona, en donde se puede ver y sentir el pasar de los años y los cambios que van sucediendo en estos territorios que pueden parecer monótonos, pero que para los habitantes son simplemente su realidad. Es su vida, es lo que conocen, y eso es lo que nos debe conducir a la reflexión.
Esa naturalidad con la que José Luis Guerín nos conduce muestra historias íntimas de los personajes: desde una mujer portuguesa que pierde a su hijo y ahora se dedica a recolectar los árboles y las plantas para evitar que se pierdan en las reformas que está haciendo la constructora: carreteras, trenes. Reformas que podrían parecer positivas, un crecimiento, un cambio para facilitar la movilidad, pero que para los habitantes significan perder un poco más de sus territorios, de sus recuerdos, de sus vivencias e incluso de su gente.
Un señor Antonio, carbonero, se queda en la memoria porque lo vemos viviendo el duelo de la pérdida de su mujer, orgulloso de ser de esa comunidad, de su lugar, y que al final fallece.
Historias de migrantes que han llegado a esa zona contrastan con la perspectiva de quienes ya tienen ahí sus raíces bien hechas y fundadas. Aquellos que llegan y buscan echar raíces, pero traen otra cultura e ideologías. Aun así, al final se unen de alguna manera por el amor al lugar y el respeto a lo que fue y es. Esa nostalgia se combina con el enojo y la impotencia de lo que será.
Un documental que habla del territorio y de cómo estos espacios no solo albergan casas, personas, construcciones, sino también algo más allá de lo que puede ser visto por los ojos o palpado por las manos. Son esas emociones y sentimientos que circulan en el lugar: el viento, el lenguaje de las plantas, la música, los sonidos cotidianos que solo ellos conocen y aprecian.
Una película cruda que muestra cómo la evolución de los sitios, así como trae avances positivos y modernos, también demuele lo que ya existía, y eso duele.
Esta situación ocurre en lugares de todo el mundo. Me parece un documental que da voz a un tema social importante, que recupera la memoria histórica y visibiliza lo que muchas comunidades en España y en el mundo están viviendo, sin tener mucho que hacer más que proteger lo mucho o poco que les quede.
Después pasamos al coloquio con el propio José Luis Guerín, donde habla de la competición en el cine, de perder el foco en lo que significa presentar una película por lo que es, y no ver el cine como una competencia entre películas y directores, como si fueran un obstáculo que se debe superar. Me parece atinado su comentario, ya que el cine no debe pelear uno con el otro, sino apreciar cada película por sí sola, por lo que es, por la visión de su director.
También habla de la pertenencia en torno al cine: pertenecer como si solo siendo seleccionado o ganando un premio se te permitiera ser parte de ese mundo. Y me parece que esto puede relacionarse con su película, donde la pertenencia a un territorio también se ve afectada por la ambición de otros.
Jonás Trueba, moderador, amigo y productor de este documental, menciona cómo Guerín tiende a usar la puesta en situación más allá que la puesta en escena. Algo muy atinado e interesante, ya que en este documental se muestran situaciones cotidianas que te permiten acercarte a los espacios, a los personajes, y así percibir sus películas de otra manera. En esta obra, esa estrategia elimina la distancia entre la pantalla y nosotros, los espectadores.
Un documental que genera preguntas: no solo te cuestiona si te ha gustado o no, sino que te hace reflexionar sobre por qué se debe hacer cine.
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