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Nahle, oportunidad histórica para que abandone el barco

  • Foto del escritor: EDGAR HERNÁNDEZ
    EDGAR HERNÁNDEZ
  • 31 jul
  • 3 Min. de lectura

@LineaCaliente


Edgar Hernández*


Han sido tantos los desatinos de su incipiente gobierno, recrudecidos tras el homicidio de Irma Hernández, que bien valdría la pena que la gobernadora Rocío Nahle reflexionara sobre la conveniencia de permanecer al frente de las instituciones veracruzanas.


Y es que a estas alturas de la escalada mediática en su contra se ignora si no puede, no quiere o está rodeada de un mundo de ineptos que la tienen en una cápsula de cristal donde todo lo ve color magenta.


El “Caso Irma”, que para el mundo oficial murió de un infarto sin acudir al rigor de la necropsia, las causas que lo originaron o a una segunda autopsia de la sacrificada por los sicarios del Grupo Sombra, -protegidos y auspiciados por Morena desde 2018- sigue levantando polvo a nivel nacional e internacional.


Y no hay quien pare la escalada de descrédito.


Voluntariosa, mandona, dueña de Veracruz, sin embargo, la Nahle se proclama a grito pelado, como la dueña de la verdad absoluta y hay de aquel que ose contradecirla porque lo menos que se lleva es el calificativo de “miserable”.


No considera que más miserable es el localizado columnista que por mandato de la jefa -a cambio de un embute de 10 mil pesos- publicó que la ultimada era sicaria, que pertenecía a un grupo delincuencial contrario y que por ello sus adversarios la asesinaron.


Ya solo faltan 5 años cuatro meses para que se vaya, escribe con sorna José Luis ortega y no le falta razón, pareciera un final eterno plagado de errores y sospechas, un sexenio que ni el peor gobernador que ha tenido en su historia, el del atarantado Cuitláhuac García, acometió durante su mandato.


Hay quien opina, han de ser los más, que a Nahle juntarse con pendejos no le deja nada.


En alguna ocasión Don Fernando Gutiérrez Barrios me explicaba tras repetidas justificaciones por mis yerros: “Cuando meta usted la pata, métala bien y no ande buscando justificaciones que a nada lo llevarán”.


Cuenta razón tenía el exgobernador, el “Hombre Leyenda” de grata y perenne memoria.


El justificarse, aclarar o sostener que no dijo lo que dijo es como la exigencia del político al periodista por una noticia inconveniente o una carta aclaratoria, nadie se enteró hasta que se volvió a publicar.


Este fin de semana Rocío Nahle cumple una semana de cuestionamientos y censuras tras el homicidio de la sexagenaria maestra y todo parece que quien se va a infartar será ella.


Ha sido tal la cascada de críticas, censuras, reprobaciones tanto a nivel nacional como mundial desde el epicentro veracruzano que hasta el expresidente Calderón se mofa de la mandataria.


Desde luego que la oriunda de Zacatecas no parece acusar recibo. Sus desatinos los mira con un lente dice diferente a la realidad y es tanta su soberbia que no le permite reconocer que en la humildad y el reconocimiento de sus errores está la esencia de la gobernabilidad.


Yo soy la gobernadora –¡Yo soy el Estado!, dirían los clásicos- y ustedes, refiriéndose a la prensa crítica, unos “miserables”.


Le vale la Fuente Ovejuna; al carajo con esa sentencia de que el pueblo dice a mediodía es de noche hay que prender las farolas y como un símil del “Rey Desnudo”, no se da cuenta de las vergüenzas que porta.


Pareciera que a Nahle le gusta la confronta, el tú por tú, es la Eva Perón versión Zacatecas. Sabe que Claudia no la moverá y le queda claro que López Obrador no la tocará por los negocios que se hicieron con los hijos en Dos Bocas.


Sin embargo, en política no hay lealtades ¿O no Adán? y para Morena sus compromisos son como el papel de baño.


Nahle se equivoca, pero esta empecinada en no reconocerlo, menos “humillarse” ante sus detractores y no entiende esa máxima de que si el enemigo es más fuerte que tú ¡Únete!


¿No lo hizo así el peor represor que ha tenido la historia de México, Gustavo Díaz Ordaz, en el marco de la “Matanza del 68” cuando le extendió la mano a los agraviados en un acto de concordia?


La dama es de las que cree que con el solo hecho de estar sentada en la silla embrujada tiene la gobernabilidad resuelta y que la ciudadanía o la prensa que no esté con ella para aplaudir sus tonterías simplemente son unos miserables.


Para esta dama lo que queda es recomenzar, con nado sincronizado o sin él, la gobernabilidad en una tierra que no es de ella ni conoce o pronto asistiremos a su funeral político.


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

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