Cuando Hubo Juristas en la Suprema Corte
- JORGE HERRERA VALENZUELA
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R Á F A G A
*Falleció Mariano Azuela Güitrón, Intachable
*Figura Central en el Desafuero del Tabasqueño
*Estuvo en un Homenaje a su Abuelo en Tepito
JORGE HERRERA VALENZUELA
El Museo de las Intervenciones, ubicado en lo que fue el franciscano Convento de Churubusco, Coyoacán, tiene nueva directora: la maestra, economista, curadora e historiadora Susana Avilés Aguirre, quien recientemente ingresó como socia activa de la legendaria Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Fue directora del Museo Lázaro Cárdenas, en la exresidencia presidencial de Los Pinos y es egresada del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas. Un nombramiento muy acertado. Felicidades Susy.
Dos días antes de cumplirse 21 años de la solicitud de la Procuraduría General de la República, a la Cámara de Diputados, para desaforar al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, dejó de existir el jurista Mariano Azuela Güitrón, eje central del escándalo político en los años 2004-2005. El cargo: desacato a mandato judicial.
El Ministro en Retiro murió el viernes pasado, a dos semanas de que sea consumada la demolición administrativa del Poder Judicial Federal, de la desaparición de la constitucional División de Poderes de la Unión y del paso de la democracia hacia la tiranía.
El propósito de este comentario periodístico, es el de rendir un homenaje póstumo a quien fue uno de los maestros muy queridos en el Centro Universitario México y en la Universidad Marista, como lo recordó Fernando Hijar.
En la trayectoria de sus 65 años de abogado, académico y jurista, Azuela Güitrón sembró la semilla de rectitud, honestidad y pulcritud en la Judicatura Mexicana. Ello lo involucró en asuntos jurídicos que se politizaron.
Al ser reestructurada la Suprema Corte por el presidente Ernesto Zedillo, en 1994, el único ministro que continuó en el cargo fue el maestro Azuela Güitrón y presidiría el Pleno del 2 de enero de 2003 al 31 de diciembre de 2006.
Inició su carrera de ministro en 1983, a propuesta del presidente Miguel de la Madrid Hurtado y ratificado por el Senado de la República. Al titularse en 1960, Generación 1954-58 de la Facultad de Derecho UNAM, mereció Mención Honorífica. En ese año ingresó a la Suprema Corte como Secretario de Estudio y Cuenta.
Estudioso del Derecho todo el tiempo, siempre dispuesto a compartir sus conocimientos como catedrático en las Universidades Iberoamericana, Panamericana, La Salle y Anáhuac-Tecamachalco. Obtuvo su nombramiento de Maestro Emérito y recibió el Doctorado Honoris Causa, en las citadas Universidades. Magistrado Presidente del Tribunal Fiscal de la Federación.
Su retiro del Máximo Tribunal fue en 2009 y al año siguiente aceptó retornar a la Suprema Corte como director general del Instituto de Investigaciones Jurisdiccionales, de Promoción y Difusión de la Ética Judicial, además de secretario de las Comisiones Nacional e Iberoamericana de Ética Judicial.
En septiembre del año pasado, invitado por el historiador y maestro Oscar González Azuela, nuestro personaje develó una placa en el exterior de la Clínica de Especialidades de Tepito, al rendirse un homenaje al escritor, médico e historiador Mariano Azuela González, por sus 25 años de servicio humanitario que dio al vecindario de ese popular barrio metropolitano.
Fue la última actividad social del nieto del autor de la novela revolucionaria Los de Abajo, publicada en 1916.
El título de este comentario periodístico está referido a que antiguamente los Ministros y las Ministras eran abogados con certificación de juristas, de autores de libros sobre temas jurídicos, catedráticos y doctorados en la materia.
Hubo juristas con una trayectoria desde el primer escalón, litigantes, secretarios de Ministerio público hasta magistrados, antes de la propuesta presidencial, al Senado, para ser ministra o ministro.
Hace poco un abogado, sin experiencia en el ámbito judicial, recibió el nombramiento y terminó renunciando para servir a intereses políticos y hoy está arrinconado en un cuarto de Palacio Nacional. Es el autor del proyecto “para el nuevo Poder Judicial”. Es la vergüenza nacional de la Judicatura.
Vale mencionar a algunos de los presidentes más recientes, en el siglo pasado, el constituyente Hilario Medina, el queretano Agapito Pozo Balbás, Ulises Ordoñez Schmidt, Alfonso Guzmán Neyra, Agustín Téllez Cruces. De las mujeres: María Cristina Salmorán de Tamayo, la primera Ministra, tras una carrera judicial de muchos.
Victoria Adato Green, Irma Cué Sarquis, Margarita Luna Ramos y Olga Sánchez Cordero, ya en retiro. Sin olvidarme de doña Norma Lucía Piña Hernández, actual Ministra Presidenta, que no se doblegó a los mandatos presidenciales del tabasqueño.
Nada aplaudible lo que se avecina.
Una ministra denunciada como plagiaria al presentar sus tesis para licenciada y doctora en Derecho; otra sin la más mínima noción de lo que es el Derecho y se autonombró “ministra del pueblo”. Hay un aspirante, hijo de un militar condenado 40 años de prisión por sus ligas con delincuentes, a pesar de ser llamado “El Zar Antidrogas”. El resto de los 64 aspirantes tienen compromiso de color moreno.
EL DESAFUERO QUE ESCANDALIZÓ
Conocidas las aspiraciones del tabasqueño, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, para figurar como candidato presidencial en 2006, el Procurador General de la República, general y licenciado Rafael Macedo de la Concha, solicitó a la Cámara de Diputados el desafuero del funcionario que, presuntamente, había incurrido en un desacato a la orden judicial de suspender obras materiales.
Fueron dos años de estira y afloja entre el mismo presidente Vicente Fox Quezada, los presuntos propietarios del predio El Encino, localizado en la hoy Alcaldía de Cuajimalpa, abogados como Diego Fernández de Ceballos y consejeros, asesores y simpatizantes del mandatario capitalino, expresidente del PRD.
Más que un asunto de carácter judicial, se trató de un encuentro, no debate, entre grupos políticos y particularmente los que deseaban cerrarle el paso al hijo de Macuspana, quien ya había logrado violar la Constitución Política al no cumplir con los requisitos para ser candidato a gobernar la Capital Mexicana. Nunca comprobó tener cinco años de residencia en el Distrito Federal.
Todo el desarrollo del asunto estuvo politizado. Los personajes involucrados alegaban, cada quien, por su lado, decía tener el derecho a su favor, era dueño de su propia razón. Peritajes para delimitar las superficies en litigio. Unos se decían compradores de una fracción de 20 hectáreas, mientras que otros al demandar la protección de la justicia federal, vía el amparo, peleaban el total del terreno.
Intervinieron la Cámara de Diputados, presidida por Manlio Fabio Beltrones Rivera; el abogado guerrerense Carlos Vega Memije, por la PGR y el expediente llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyo Pleno estaba presidido por el hoy recién desaparecido Ministro en Retiro, Mariano Azuela Güitrón.
Lo que comenzó el 18 de mayo de 2004 y concluyó el 7 de abril del año siguiente, sirvió para fortalecer al Partido de la Revolución Democrática, el hoy moribundo PRD.
Presentaron la candidatura del tabasqueño, quien antes de ese paso encabezó lo que llamaron “La Marcha del Silencio”, en la Ciudad de México. Imperaron los gritos de “¡No al Desafuero!” y “¡Fuera Fox!”.
El candidato presidencial del PAN ganó, por mínima ventaja, pero su contrincante perredista alegó fraude y por buen lapso de tiempo alteró la vida capitalina estableciendo campamentos en las principales avenidas de la Ciudad y en el Zócalo. Declarándose “presidente legítimo” e integró su gabinete.
INGENIOSO Y DE BUEN HUMOR
Mariano Azuela Güitrón, capitalino, hijo de don Mariano Azuela Rivera y doña María de los Dolores Güitrón, está conceptuado como un padre amoroso de seis hijas que procreó con su esposa, la licenciada Consuelo Bohigas Lomelí.
Leí y comparto lo que escribió el maestro Oscar González Azuela, no como despedida sino como un recuerdo viviente de su primo.
“Mariano será testigo de la mascarada del primero de junio, si acaso su cadáver, como el de Rodrigo Díaz de Vivar –El Cid Campeador- o el de Demetrio Macías, emergido de la pluma del abuelo (Mariano Azuela), servirá para seguir desenmascarando esa farsa, dando batalla. Sí, con los ojos fijos para siempre empeñando el cañón de su fusil.
“Durante el proceso del desafuero, Mariano se apegó a la ley, oponiéndose a la no acción por parte del Congreso y del gobierno federal e incluso recriminó –públicamente- a Fox por haber dado salida política al conflicto sobre los principios prioritarios y resoluciones del Poder Judicial.
“Hoy, es oportuno preguntarnos si acaso fue el único en detectar “el huevo de la serpiente” que habría de cernirse sobre México y sus instituciones que hoy padecemos a consecuencia de la ceguera o cobardía de aquellos que lo permitieron”.