Se le cae el teatrito a Nahle y arrastra a Sheinbaum
- EDGAR HERNÁNDEZ

- 13 oct
- 3 Min. de lectura
@LineaCaliente
Edgar Hernández*
Una de las frases favoritas del peor presidente que ha tenido México, Andrés Manuel López Obrador, era “el Pueblo siempre tiene la razón” que bien aplica a la tragedia que vive en estos momentos Veracruz.
Tras el meteoro que azotó el norte de Veracruz el fin de semana donde el gobierno de Nahle se enteró de última hora de la destrucción y muerte en una cincuentena de municipios, se corrió el maquillaje de la ineficiencia oficial que obligó a la propia presidenta Claudia Sheinbaum a venir de manera emergente a uno de los sitios del desastre -Poza Rica- para compartir los reclamos y mentadas de madre.
El enojo popular se convirtió en ira tras la minimizacion de los daños.
La retahíla de frases ofensivas contra la gobernadora que se hicieron extensivas a la presidenta en el momento del encuentro de parte de la población afectada marco el tono del estado de la relación pueblo-gobierno.
A las gobernantes -Sheinbaum y Nahle- les quedó claro que la confianza es lo más difícil de conseguir y lo más fácil de perder al confundir lo que se desea con lo que es.
Desde el sábado pasado la propaganda oficial insistió por todos los rincones de Veracruz que “todo estaba bajo control”, que había sido leve el desborde del río Cazones que comprobado estaba que tan solo en Poza Rica afectó a 154 colonias y que los daños mayores habían sido en Álamo, que contrastaron con los 42 municipios que reportaban destrucción masiva y cadáveres de personas y ganado flotaban en las embravecidas aguas desbordadas.
La falta de medicinas, agua, víveres, la urgencia de rescate de familias completas en los techos de sus casas, la urgencia de parar el saqueo y rapiña, a la que se sumó la deleznable actitud de los morenistas recibiendo despensas ciudadanas que jamás repartieron, hicieron estallar al pueblo.
Uno de los principales principios de la Democracia está basado en la frase:
“El Pueblo siempre tiene la razón” y el pueblo la tuvo cuando con enojo, llanto, maldiciones, exigencias y gritería contra la gobernadora Nahle y su equipo de trabajo tronó ante la presidenta.
Y eso que todo estaba bajo control.
El punto es que ha sido tan grave y descomunal el daño y número de muertes que recuerdan cuando sucedió el terremoto de 1985 en que salió el presidente Miguel de la Madrid a recorrer la zona afectada días después aduciendo que no habían sido más de 89 muertes cuando la realidad posterior arrojó más de 50 mil muertes y la destrucción casi total de la ciudad de México.
También evocan a Díaz Ordaz y la matanza de 68 cuando refirió 40 muertes entre los propios estudiantes y porros pretendiendo ocultar los más de dos mil caídos en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco a manos del ejército y guardias blancas.
Hoy con Morena llevando la batuta se pretende llevar el populismo tan de moda a un esmerado y prolijo conocimiento del mercado sociológico, demeritando la convicción y a la responsabilidad, y privilegiando los mensajes e imágenes de promoción priorizándolos según la demanda.
Ello, sin embargo, les ha funcionado en épocas electorales, pero no en tragedias como la que acabamos de vivir en donde la realidad mata.
La anestesia de promesa optimista y recetas antidolor dejaron de funcionar cuando observamos que en menos de 10 minutos pueblos enteros desaparecieron bajo las aguas situación que se traduciría en lo inmediato en una tragedia anunciada que jamás fue escuchada ni por sus ediles, ni por cercanos colaboradores de la gobernadora.
En la punta del estómago cayó que Nahle sobrevolara en su helicóptero y que nunca atreviera a mancharse su fino calzado.
Si hoy fuera la consulta para la Revocación del Mandato de Rocío Nahle, en la misma noche ya estaría volando en helicóptero su casa de Zacatecas.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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