LENGUAJE NO VERBAL
- CARLOS RAMOS PADILLA

- 13 oct
- 3 Min. de lectura
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CARLOS RAMOS PADILLA
El día de ayer concluí mi colaboración escribiendo: “No hay nada peor que dejar una página en blanco sin letras o una tribuna pública sin palabras”. Pero hoy me veo obligado a incrementar mis reflexiones dado que observé el comportamiento de la presidenta (con a) frente a las demandas, angustiantes, de las víctimas de la tragedia en Poza Rica, Veracruz.
El lenguaje no verbal en ocasiones es mucho más significativo y poderoso que una exclamación.
Un gesto basta para cambiar el rumbo de los acontecimientos y Sheinbaum ya se ganó la estampa de su imagen al callar a los ciudadanos y exigir ser escuchada.
El haberse llevado el dedo índice a los labios en señal de silencio es imperdonable. Ella estaba frente a la angustia de los abandonados y ante el reclamo de un pésimo gobierno encabezado por su protegida Rocio Nahle.
Lo ocurrido en Poza Rica es grave como lo que se vive en diferentes regiones del país por inyectar dinero a impulsar imágenes de políticos que atender las necesidades básicas de la infraestructura urbana. La CDMX es un claro ejemplo también de la irresponsabilidad de una capital que por cierto también fue gobernada por amlo y Sheinbaum.
Ante el evidente destrozo de la vía pública su genial respuesta es un programa de bacheo dejando en el pavimento cicatrices que en meses vuelven a abrirse porque se compra y coloca material de pésima calidad para mejor ganar millonadas en comisiones mal habidas cada vez que se repavimenta. He documentado cómo llegar cuadrillas del Gobierno a pintar sobre los baches y semanas después llegan otros trabajadores a tapar los hoyos recién pintados.
Las denuncias que hemos interpuesto son respondidas con “levantaremos un reporte” y no pasa nada ni nadie es sancionado.
Las imágenes de la devastación en Poza Rica no tienen límites y la gobernadora tendría que responder por omisiones y negligencia. El saldo preliminar es de 300 mil afectados y los estragos por las lluvias dejan al menos 64 muertos y 65 personas no localizadas en cinco Estados. Y esta no es la primer triste experiencia que ocurre. Hace unos meses, aun cuando amlo era presidente, fingió atascar su vehículo militar al transportarse a Acapulco también bajo inundaciones. Las imágenes eran ridículas. Amlo al interior del vehículo y soldados saltando sobre este para sacarlo del fango.
Ella, la presidenta (con a) luego de decidir eliminar de la identidad de las mujeres el apellido de los varones, hoy se tomar las atribuciones de la intolerancia para regañar a la población en desgracia y que seguramente votaron por ella.
La imagen del silencio ante la decisión de otorgar el Premio Nobel a Machado se multiplicó al callar a aquellos que pedían auxilio. Esa será la estampa del
lenguaje no verbal que perseguirá a la presidenta (con a) durante su estancia en Palacio Nacional.
“Bueno ya me voy” expresó ante los manifestantes que desean conocer la aparición de cadáveres embolsados. Insisto, un simple guiño, sin palabra alguna puede encender ánimos. Una sonrisa, cerrar el entrecejo, coquetear con los ojos, cruzar el cuello con un ademán de finiquitar, apretar los labios, son entre muchas indicaciones para el interlocutor.
Recordemos esos tiempos en que en una reunión familiar a un simple movimiento de los ojos se entendía que los niños deberían abandonar la reunión.
Los grandes oradores llegan a dominar a extensos auditorios con sus ademanes, puños cerrados, palmas abiertas, ambos en los bolsillos, índice castigador, pausas y pasos. Por ello resueltos muy significativo el gesto presidencial de que la población se callara porque la primera en atender las demandas y más en una catástrofe, es quien juramento ante la ley gobernar para todos.
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