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GOBERNAR EN EL LÍMITE

  • Foto del escritor: laruedadelpodermx
    laruedadelpodermx
  • 7 ago
  • 2 Min. de lectura

Dominika Cohen


Gobernar México nunca fue un ejercicio cómodo. Pero hacerlo con la presión de un movimiento que prometió pureza y terminó empapado de escándalos, es caminar en la cuerda floja sin red.


La presidenta no gobierna: se sostiene, entre la presión de Trump, la herencia del caudillo tabasqueño, y la deslealtad interna de quienes juran lealtad en público mientras conspiran en privado.


Quien pensó que Sheinbaum sería una figura decorativa se equivocó.


No grita, no tuitea, no se disfraza, no baila. Pero avanza, con pasos que desconciertan a sus adversarios y molestan a sus aliados.


Mientras los más ruidosos del obradorismo se hunden en su propia soberbia, Monreal con su fasto sin substancia, Noroña tragándose su austeridad mientras presume cenas y relojes, ella se mantiene a flote.


No por carisma, sino por resistencia.


No por popularidad, sino por control del tablero.


La purga interna ha comenzado.


Adán Augusto, ese experimento fallido de Calderón reencarnado en Morena, quedó exhibido con su relación, terriblemente tabasqueña, con la criminalidad. Un funcionario suyo resultó jefe de una banda sanguinaria. El daño está hecho.


Y mientras tanto, la Presidenta calla, pero no cede.


Margina a Pablo Gómez sin aspavientos.


Resiste el doble filo de Trump: la amenaza de dinamitar el T-MEC o invadir México “para combatir al narco”.


Apostar por ella ya no es una cuestión de lealtad. Es una cuestión de sobrevivencia institucional.


Sheinbaum no es una líder natural. Es una líder de circunstancias.


No tiene arrastre, pero sí método.


No enciende multitudes, pero las gobierna.


La verdadera pregunta no es si puede con el país.


La pregunta es si el país puede aguantar otro sexenio de improvisados, bufones y traidores dentro de su propio movimiento.


El obradorismo, borracho de poder y empachado de impunidad, dejó tras de sí un campo minado.


Sheinbaum no es heroína, pero es la única que no ha pisado todavía una mina.


Y eso, en México, ya es mucho decir.

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