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DESPACITO, COMO LA CANCIÓN

  • Foto del escritor: EDUARDO TORREBLANCA JAQUES
    EDUARDO TORREBLANCA JAQUES
  • 16 nov
  • 3 Min. de lectura

Eduardo Torreblanca Jaques


Aunque parezca mentira no es lo mismo terminar un año con un crecimiento de 0.5% que iniciar un año con el referente de una economía que cuenta con el solo apoyo de una de las tres turbinas fundamentales que le quedan al país.

 

Pensemos en la economía mexicana como un avión. En años “normales”, de esos que ya no tenemos desde hace 7 años, este avión tendría el apoyo de cuatro turbinas para levantar el vuelo y llegar hasta donde se le quiera llevar.

 

El consumo de las familias es el motor más grande. El siguiente es el del comercio internacional y específicamente lo relacionado con la exportación. Otro que a la fecha sigue apagado es la inversión pública, el gasto público en infraestructura. El cuarto es el de la inversión que en realidad en lugar de ir para adelante este motor jala hacia atrás.

 

Como vemos solo hay dos motores que funcionan de los cuatro que debieran funcionar. El más “vigoroso” a la fecha es el de la exportación y el otro, el del consumo, ha perdido mucha fuerza y no aporta gran cosa a la economía nacional a pesar de que tiene un peso dentro del PIB de casi 70 por ciento.

 

Los datos iniciales del consumo privado parecen indicar un aumento tanto en septiembre como en octubre. Noviembre tendrá que ser un buen mes por el Buen Fin para no hablar de Diciembre pero enero… enero será una pesadilla.

 

La economía terminará este año con un crecimiento entre el 0.5 y el 0.7%- El dato, no por ser positivo, puede considerarse bueno. El punto es que no es lo mismo terminar con un crecimiento ridículo (en comparación con su potencial) menor al uno por ciento que comenzar un año MUY MUY COMPLICADO  abriéndolo con un +0.5%..  Esto es como un coche cuya máquina se ha apagado. Tendrá “vuelo” hasta donde ya no lo tenga más.  Prender de nuevo la máquina para que avance costará trabajo y sobre todo, gasolina. 

 

La gasolina es la inversión. Si no hay inversión no hay crecimiento posible. Es un “debe de debe”. Si no hay inversión pública, estrategias claras y reglas transparentes así como estímulos para quienes se atrevan a invertir, los dineros no van a llegar al país. El dato más reciente de inversión fija bruta señala una caída de 2.7% agosto contra el mes previo del presente año pero en comparativo anual la caída es de 8.9%. Para el dato anual es la décima segunda caída consecutiva y para el dato mensual la séptima al año.

 

La generación de empleo se desacelera, la economía informal se fortalece y es mayoritaria contra la formalidad. En septiembre, el sector informal acaparó el 54.9% del ejército trabajador. 

 

La deuda ahoga las posibilidades de invertir y atender lo fundamental. Lo básico se pasa para después pues hay que pagar de intereses de la deuda pública más de 960 mil millones de pesos en nueve meses y el año entrante será mayor el pago, superior al billón y medio de pesos.

 

El margen de maniobra es muy escaso y así será en 2026 con un agravante más: renegociaremos el TEMEC casi con 6 decenas de reclamos específicos que corregir que la familia que gobierna difícilmente aceptará a reponer por tratarse de factores estructurales que se impusieron como bases de un nuevo México. Resulta que los cimientos del nuevo régimen parecen incompatibles con las bases estructurales que demandan quienes están en la dinámica de la economía global.

 

Pero terminamos el año en declive lo que implica que iniciaremos el 2026 como la canción:


DESPACITO.

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