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Cuatro universitarias más se suman a las denuncias contra el depredador sexual de la UV

  • Foto del escritor: EDGAR HERNÁNDEZ
    EDGAR HERNÁNDEZ
  • 20 ago
  • 5 Min. de lectura

@LíneaCaliente


Edgar Hernández*


Tras la denuncia pública de Paola “N” en contra del multiviolador sexual Carlos Alberto Hernández Apango, protegido del rector Martín Aguilar Sánchez, cuatro universitarias más se sumaron a la decisión de presentar ante la Fiscalía General de Veracruz denuncias correspondientes en su contra.


Mientras la Rectoría de la UV, por cierto hoy tomada de manera simbólica por estudiantes y profesores inconformes por la pretendida reelección de Aguilar Sánchez, vía prórroga, guarda ominoso silencio.


En el caso de Paola “N” y otras estudiantes universitarias presuntamente violadas por el profesor Hernández Apango, se presume una sospechosa complicidad del rector al permitir la impunidad de Hernández Apango, hoy considerador el mas importante depredador sexual en la historia de esa máxima casa de estudios.


La decisión de las estudiantes universitarias de la Facultad de Artes de la UV, atacadas en diferentes momentos por Hernández Apango en los últimos cuatro años, se sucede luego de que Paola “N” llamó ayer en emisión televisiva, vía internet, de Luis Emmanel Domínguez a no “ocultar más los actos delincuenciales del presunto violador y denunciarlo ante la Fiscalía General del Estado”.


Incluso el reclamo fue más allá.


Paola “N” exige a la rectoría de la Universidad Veracruzana suspenda al profesor hasta que la Fiscalía defina su comportamiento criminal.


“No puede estar frente a un salón de clases quien busca satisfacer sus bajos instintos”, dijo a los medios Paola “N”, luego de poner al descubierto la actitud omisa de la Rectoría que da lugar a la sospecha de encubrimiento.


Sobre todo, después de un citatorio contra Paola "N" de parte del área jurídica de la Rectoría en donde se le exige se presente a una confrontación con su victimario y entregue “pruebas” de que no consintió el contacto sexual.


Por respuesta la afectada no solo rechaza ese mandato, sino que por escrito le hace ver a Rectoría de la UV que ello representa una violación al debido proceso y a la cadena de custodia que mandata la propia Fiscalía General de Veracruz.


Paola “N” hace notar que esa exigencia vulnera las medidas de protección que resguardan su seguridad física y emocional las cuales están establecidas por ley en donde incluso se marca un perímetro en donde la víctima no puede estar cerca y expuesta al victimario, ya que ello daría lugar a su revictimización.


Ello, sin embargo, poco importó a la Rectoría al igual que la misiva que le envía Paola “N” en la cual denuncia el comportamiento y amenazas de ese profesor.en dramático relato asienta:


“Tras la violación me dio mucho miedo. No supe cómo reaccionar y por vergüenza decidí ocultar los hechos, no solo por el trauma sino por el miedo de perder el Servicio Social y las represalias que pudiera tener dentro de la misma universidad”.


“La situación, sin embargo, escaló puntos nefastos donde tras la violación Hernández Apango intentó controlar mis amistades. Un ejemplo es cuando a una compañera le escribió a su número personal para que dejara de ser mi amiga porque yo era una mala influencia”.


“Al mismo tiempo mantenía el control de mi tiempo mandando mensajes para preguntar qué estaba haciendo, pero a la vez me decía que borrara todo porque la Directora de la Facultad de Artes tenía algo en su contra y lo espiaba”.


“Me exigía que no le escribiera nada porque su teléfono lo tenía hackeado la UV y hasta llegó a amenazarme con molestar a la familia de mi novio de ese entonces la cual vive a un lado de la escuela. De hecho, esa relación con mi novio terminó por lo mismo”.


“Y ahí no paró todo, el agresor me estuvo rogando de rodillas que por favor no hiciera un escándalo”.


“Cuento todo esto para demostrar el nivel de manipulación y acoso que ejercía sobre mi persona lo cual me inhibió en un principio, a denunciar por lo que decidí alejarme para retomar el proceso de conclusión del Servicio Social cuando estuviera más segura”.


“La segunda vez que tuve contacto con mi agresor Hernandez Apango fue el 14 de Abril del año actual donde volví a asistir al edificio de Talleres libres de Arte anteriormente mencionado, para proseguir el trámite del Servicio Social”.


“Ahí me lo encontré. Me dio mucho miedo por lo que decido salir del salón y me sigue al pasillo. Me sujeta incluso, de manera forzosa de la mano, mientras frotaba sus dedos con mi palma”.


“Y comienza a hacerme preguntas sobre mi vida personal específicamente cómo se encontraban mis familiares cercanos. Me quedé pasmada por la presión psicológica que ejercía con sus actitudes pasivo-agresivas y lascivas. Su tono era totalmente inapropiado. Me hizo sentir muy incómoda primero su actitud era melosa, respondí muy cortante a lo que siguió y me preguntó si todo estaba bien entre nosotros, de alguna forma tratando de acallar lo que me hizo”.


“Ante la respuesta de rechazo de mi parte, se mostró molesto y comenzó a cuestionarme groseramente, intimidándome. Luego comienza a molestarse aún más y sigue cuestionándome mientras alza cada vez más la voz lo que me provoca un temor terrible y simplemente me fui corriendo con miedo, desesperación y sobre todo alterada”.


“Me estaba atemorizando nuevamente. Acudí con el maestro Carlos Ernesto Ríos, a quien le externé que trataría con él todo tema relacionado con mi Servicio Social a lo cual él se mostró totalmente abierto, al igual que la directora de la Facultad de Arte, maestra Ana Gabriela Ramírez Lizárraga, quien convocó a una reunión que se llevó a cabo el pasado 16 de junio a la cual también asistió mi madre Helena Paola Laudi Herrera”.


“En la junta la Directora me preguntó por qué dejé el servicio social y no asistí más. Sin aguantar más comienzo a llorar. Les digo que si terminé el Servicio Social y comienzo a relatar ante el asombro de todos lo ocurrido el día en que se perpetuó la violación”.


“Me puse muy mal al grado en que estuve temblando por más de media hora, vomite bilis como respuesta al estrés e inclusive tuvieron que traer a una enfermera para que me calmara; en ese momento la Directora de Artes me dice que esto es un delito y que cuento con todo el apoyo de la Facultad de Artes pero que debo de denunciar, que de hecho ya tenían conocimiento de algunos comportamientos abusivos del profesor pero que hasta la fecha no había una denuncia formal”.


“Mas tarde ese mismo día asisto con mi madre a la Fiscalía para poner la denuncia por violación sexual en donde señalo al maestro Carlos Alberto Hernández Apango”, no pasó nada.


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

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