Adiós, Andy. Adiós al engaño
- laruedadelpodermx

- 5 ago
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En la Opinión de Cayetana Mars
Durante décadas, el pueblo mexicano ha soportado la carga de promesas rotas y sueños aplastados por el peso de la ambición de unos pocos. Nos dijeron que esta vez sería diferente. Que venía la transformación. Que los corruptos huirían y el poder regresaría al pueblo.
Pero una vez más, el poder se heredó, no se ganó.
Una vez más, la lealtad pesó más que la capacidad.
Una vez más, el apellido fue más importante que el mérito.
AMLO no solo quiso gobernar; quiso perpetuarse. No solo formar un partido; quiso fundar una dinastía. Y mientras México luchaba por sanar, por crecer, por educar a sus hijos y curar a sus enfermos, él preparaba a su hijo en la sombra. No para servir al pueblo, sino para sucederlo en el trono que juró derrumbar.
Andy no fue un líder: fue un privilegio envuelto en silencio.
No construyó su camino: se lo allanaron.
No heredó el respeto del pueblo: heredó las bolsas de Prada, los escándalos y el descrédito.
Y así, el castillo de naipes se derrumbó.
Porque la verdadera transformación no se hereda: se trabaja.
El respeto no se impone: se gana.
Y el pueblo de México, como cualquier pueblo digno, no acepta que le vendan revolución empaquetada en el nepotismo.
Hoy no celebramos la caída de un hijo.
Hoy reconocemos la caída de un fraude.
Y con ella, se abre otra vez una grieta por donde puede entrar la luz.
Si tenemos el coraje de exigir más. De no rendirnos al cinismo. De no aceptar que el apellido correcto es suficiente para dirigir una nación.
México merece algo mejor.
México puede ser algo mejor.
Y juntos, si no nos dejamos engañar una vez más, lo será.
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