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Nahle debería ir pensando en solicitar licencia

  • Foto del escritor: EDGAR HERNÁNDEZ
    EDGAR HERNÁNDEZ
  • 28 jul
  • 3 Min. de lectura

#Línea Caliente


Edgar Hernández*


Obligada la reflexión de Roció Nahle de continuar o no con su gobierno tras en repudio estatal y nacional ante su inopinada infidencia de que la taxista Irma Hernández Cruz, de 63 años, secuestrada y abandonada sin vida en solitario paraje del municipio de Álamo por localizado grupo delincuencial, “murió de un infarto”.


A ello se suma la cauda de errores a lo largo de ocho meses de gobierno.


Han sido tantos los tropezones que no solo resquebrajó su gobierno sino que parece que ya estamos al final del sexenio.


Ello la obliga a que vaya pensando en pedir licencia ante el Congreso del estado y dejar las riendas a alguien que sí sepa de gobernabilidad y que incluso, en el peor de los casos abra la puerta a Manuel Huerta Ladrón de Guevara quien si conoce Veracruz.


El solo plagio de la maestra jubilada de la tercera edad y que un grupo de malandros la ponga de rodillas y obligue a advertir a taxistas que paguen el cobro de piso, debieron ser argumentos suficientes para que la mandataria se colocara del lado de la afectada... y de los taxistas.


Pero no.


Se puso del lado de los criminales que en el día a día atracan a la ciudadanía en abierta complicidad con la policía.


No admite que han sido los trabajadores del volante, entre ellos la sacrificada, quienes de tiempo atrás -al menos una década- han venido exigiendo un ¡Ya basta! sin que la autoridad tomara cartas en el asunto.


Despierta sospechas que la parte oficial insista en que en Veracruz no hay Carteles, ni crimen organizado o cobro de piso y que en todo caso el combatir a los Carteles es bronca del gobierno federal.


Era para que ante el reclamo ciudadano la gobernadora apretara el puño y actuara. No fue así, simplemente se fue por la fácil. Se colocó del lado de estos hijos de la chingada quienes encapuchados y armados hasta los dientes le profirieron insultos, amenazas, golpes -no se sabe si hasta lesiones con bala- lo que le provocó la muerte.


Duele y enoja a la familia veracruzana la actitud oficialista que no es más que la escuela de López Obrador quien en repetidas ocasiones se reía públicamente del dolor humano aduciendo el “¡Yo tengo otros datos!”.


Cuántos no murieron en la pandemia ¿808 mil mexicanos? ¿Cuántos en la guerra al narcotráfico, 199 mil 600?


Hoy, a vistas y a la luz de los resultados de su incipiente gobierno, Nahle está acorralada.


No hay un censo o encuesta que mida su popularidad en estos momentos, pero es indiscutible que carga sobre sus espaldas el repudio generalizado. Son tantos sus desaciertos que dejó de contar con el crédito ciudadano.


Pero, además todo suma.


Lo de Dos Bocas, el tema del Huachicol, el yerno multimillonario por las transas en la venta de medicamentos al IMSS, su pírrica explicación sobre sus propiedades, las millonarias sumas en los paraísos fiscales “no veo ningún link”, los familiares y compadres beneficiados por contratos millonarios, vaya hasta su esposo metido en el ajo y su hija y sobrina denunciadas como prestanombres.


Son pasivos que arrastra desde que se inventó la Cuarta Transformación.


La violencia, criminalidad y los feminicidios a la alza, la falta de medicinas, la pazguatéz de su Secretario de Seguridad Pública, el almirante Alfonso Reyes Garcés que se presume vive en alta mar; la pérdida de control municipal y político tras las elecciones donde dejaron de votar por su partido un millón de veracruzanos.


Y aún hay más.


La sospechosa inversión en la remodelación de la casa y su Palacio de gobierno donde nadie entra a pesar de ser un edificio público, los estadios “Pirata Fuente” y el “Nido del Halcón”, verdaderos nidos de ratas, y ese persistente ruido mediático que provoca el encubrimiento a Cuitláhuac García.


Nahle debe pensar en irse.


A todos conviene, más a ella, ante el cúmulo de denuncias en el día a día tras su paso en la Secretaría de Energía y los contratos en favor de los hijos de López Obrador, la complicidad con los y las aliadas al atarantado y ese interminable hacerle al cuento inaugurando obras ya inauguradas exhibiendo incluso a la propia presidenta Sheinbaum al cortar el listón -usado tres veces- para inaugurar del Hospital Pediátrico de Coatzacoalcos.


Cuando no se sabe hay que hacerse a un lado, sobre todo cuando hay voluntarismo y rechazo a escuchar a quien reclama, más a voces disidentes.


Para la señora Nahle la gobernabilidad son las ocurrencias o el me enteré de que Irma Hernández Cruz “¡Murió de un infarto!”.


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

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