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LOS NUEVOS INTOCABLES

  • Foto del escritor: laruedadelpodermx
    laruedadelpodermx
  • 12 ago
  • 2 Min. de lectura

Cayetana Mars


El discurso contra los “hijos del poder” fue una de las banderas más rentables de la 4T.


Se condenó con el puño en alto a esa élite dorada que heredaba cargos, privilegios y negocios como si fueran títulos nobiliarios. Pero al caer la cortina del sexenio, los mismos que satanizaron a la “Los Hijos del Palacio ” han parido la suya y la defienden como si fuera la nueva vanguardia.


Andy López Beltrán, que juró no ser “de esos juniors abusivos”, hoy encabeza la camada.

Desde la Secretaría de Organización de MORENA, se convirtió en filtro y llave de las candidaturas, replicando la ruta que su padre usó para hacerse de un nombre en todo el país. El debut fue discreto, por no decir desastroso: Durango cayó en manos de la alianza opositora. La derrota no impidió un relajado retiro en Japón.


No es un caso aislado. Miguel Torruco Garza, Pedro Haces Jr., Caty Monreal, las hermanas Alcalde, todos nacidos bajo la sombra de apellidos con peso específico, todos en posiciones estratégicas, todos diciendo que no son “esa clase de juniors” mientras disfrutan de exactamente lo que negaban.


Lo que antes era “tráfico de influencias” hoy se maquilla como “relevo generacional”. Lo que antes era “vivir del apellido” ahora es “dar continuidad al proyecto”.


La nueva élite joven habla de meritocracia, pero escala por ascensor privado. No han roto con el viejo régimen; simplemente lo han redecorado. Ya no visten de traje caro y copas de champaña, ahora usan guayabera y discurso de pueblo. Pero el poder y su aroma, es exactamente el mismo.


Porque en México, los apellidos ilustres nunca mueren, sólo cambian de partido.

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