LO ADVIRTIERON…SE CUMPLIÓ
- CARLOS RAMOS PADILLA

 - hace 11 horas
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CARLOS RAMOS PADILLA
“No tengo miedo a morir tengo miedo ser un cobarde y esconder la realidad que el país está controlado por los narcos”:
Carlos Alberto Manzo
¿Cuál es la diferencia entre los ataques asesinos contra el abogado Cohen y el alcalde Carlos Alberto Manzo? Ninguna, sólo que son noticia porque cayeron ante la incompetencia de un gobierno negligente que hace caso omiso frente a la gravísima violencia que se vive en el país y que trata de ocultar/engañar señalando que cada muerto acribillado es parte de una campaña de tóxicos adversarios que desean dañar su imagen.
Nunca antes había escrito algo sobre ellos, hoy su muerte me obliga a hacerlo. Dos mexicanos que con valentía enfrentaban a la corrupción de malnacidos que por
lo pronto les ganaron la partida a punta de balazos. Ambos se negaron a doblegarse y advirtieron, señalaron, denunciaron y los callaron.
Carlos Alberto Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, fue ejecutado -ese es el término exacto- cuando extranjeros de todos el mundo ven en México lo que niega la presidenta (con a) y su antecesor amlo: que el país está dominado por carteles que han crecido bajo el cobijo de las autoridades.
Las condolencias de este par de políticos nada valen porque hacerlo significaría una burla a la sociedad porque sabían lo que pasaría y no lo evitaron desde el poder. Manzo convivía con niños en el Festival de Velas, en un parque público. No fue accidente ni hecho aislado. Recibió la condena y el abandono de un gobierno que prefirió no protegerlo porque lo veía, lo sentía como adversario. Era mejor criticarlo que cuidarlo por ello caminaba en las calles de Michoacán con chaleco antibalas.
Su voz era fuerte pero no para los sordos burócratas que se empeñan en mañaneras mediáticas e informes en asambleas de acarreados. Manzo denunció a cinco células de criminales, campos de entrenamiento, fosas clandestinas, no le hicieron caso, ellos estaban defendiendo a Nahle, a Adán Augusto…a Andy.
Lo predijo tratando que no ocurriera: “no quiero ser de la lista de ejecutados" pero lo fue.
Con toda la fuerza del Estado solamente le indicaron que estaba equivocado como cuando desde el exterior aseguran que vivimos como rehenes de “terroristas”.
Ambos, Cohen y Manzo presentaban como su tarjeta de identidad la verdad contra aquellos que han saqueado y signen saqueando al país. Dejaron de existir dolidos por la desaparición del equilibrio político y la demolición del Estado de Derecho. Porque vieron como se la abren los caminos a los “compañeros” que defienden más a Palestina que a los vulnerables -que ya somos todos- en México. ¿Y que les contesta el oficialismo?: “No es a gritos ni sombrerazos como se resuelven los problemas".
Muy lejos de recibir protección, Cohen y Manzo, sobrevivían con riesgo.
Gobernantes que avientan monedas al pobre y les convencen que vivimos en armonía, en paz, pero rodeados de críticos que empañan su alta moral.
Un gobierno deshonesto como el de amlo que pedía que las abuelas nalguearan a sus familiares matones para que se portaran bien mientras el tabasqueño conviviendo con policías y soldados les señalaba que los asesinos también tienen derechos.
Hoy, aún muertos, Cohen y Manzo nos mandan otra advertencia: viven los cobardes, esos que con impuestos de la población se pasean rodeados de guardaespaldas.
En efecto, no hubo diferencia de cómo los eliminaron. Pero no han sido los únicos ni serán los últimos en tanto la Transformación continúe protegiendo sus intereses y no los de la comunidad.
Cuesta escribirlo pero no nos estamos pudriendo, nos están pudriendo eso si con investigaciones “hasta sus últimas consecuencias”.
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