San Sebastián 73: primeras impresiones de una edición que incomoda y provoca
- FERNANDA TRINIDAD

- 24 sept
- 3 Min. de lectura
María Fernanda Trinidad Hernández
Miércoles 24 de septiembre de 2025.- La 73ª edición del Festival de San Sebastián comenzó para mí como un recorrido que va de la nostalgia a lo evidente, del enojo y la impotencia a la felicidad y la tristeza; del drama a las risas, de lo social a lo político. Todo lo que hace grande a este festival, y que nunca puede faltar.
CORTOMETRAJES QUE INCOMODAN
Arranqué con un programa de cortometrajes que me llevó desde la melancolía de un duelo hasta un discurso feminista denso, pero absolutamente necesario. Hubo imágenes y palabras explícitas que incomodan, pero que al mismo tiempo resultan perfectas. Disfruto esa incomodidad: no para mí, sino por lo que provoca en los otros. Me emociona y me satisface que se sigan abriendo espacios donde el feminismo se nombra, se discute y se vive.
FLORES PARA ANTONIO: DUELO Y LEYENDA FAMILIAR
Después crucé al Victoria Eugenia para gozar, porque realmente fue un goce, Flores para Antonio, dirigida por Elena Molina e Isaki La Cuesta. La cinta narra la vida del cantante, compositor y actor Antonio Flores (hermano de Rosario y Lolita, e hijo de la mítica Lola Flores), a quien yo desconocía pero ahora respeto profundamente por la imagen que representó en su época.
La película es conducida por su hija, que quedó huérfana siendo niña y guardó durante años preguntas que temía formular.
Es un retrato íntimo del duelo: perder a alguien sin poder preguntarle, reclamarle o entenderlo. La protagonista rompe el estigma de la muerte de su padre, marcada por las adicciones, y el peso de pertenecer a una familia legendaria. Con valentía encuentra su propia voz para cantar las canciones de su padre, mostrar su talento y abrazar el legado artístico que le corresponde.
SI NO ARDEMOS, CÓMO ILUMINAR LA NOCHE: ADOLESCENCIA Y VIOLENCIA
En el Kursaal vi "Si no ardemos, cómo iluminar la noche", de la costarricense Kim Torres, una joven directora con un futuro que promete. La película expone la vulnerabilidad de las adolescentes en Costa Rica, donde los feminicidios apenas tienen nombre y menos reconocimiento, a diferencia de México, donde se grita y se incendia por ellas. Este filme te sacude y te recuerda que la violencia de género sigue creciendo mientras gobiernos miran hacia otro lado.
Kim no recurre a monstruos de fantasía: sus monstruos son padres, tíos, novios, amigos o vecinos, figuras cercanas que arrebatan a las jóvenes el control de su cuerpo y su inocencia. La adolescencia es duda y búsqueda, pero ante estos ataques muchas respuestas se pierden para siempre. La historia ficticia, inspirada en algunas situaciones personales en su adolescencia, revela una realidad dolorosa y urgente en Latinoamérica.
LUCRECIA MARTEL: COMUNIDADES EN RESISTENCIA
Para cerrar el día, la nueva película de Lucrecia Martel me enfrentó a otra herida del continente: la de las comunidades rurales que pierden territorio, identidad y derechos frente a proyectos millonarios. Aunque ocurre en Argentina, su eco es latinoamericano. Es un documental crudo, con momentos absurdos que exponen la injusticia y la eterna lucha por una justicia que siempre parece provisional.
UN FESTIVAL QUE SIGUE CUESTIONADO
La variedad temática de las primeras proyecciones confirma que el Festival de San Sebastián sigue siendo un espacio donde el cine no solo entretiene: incomoda, cuestiona y deja huella. Sales de las salas con la cabeza llena de preguntas, y esa es, quizá, la esencia de este festival.
La ruta de películas apenas comienza. Seguiré descubriendo historias que conmueven, provocan y nos obligan a mirar más allá de lo evidente.
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